El Real Madrid, el Barcelona y la Juventus se mantienen incólumes, con valentía, al frente de una idea de la que otros equipos, cobardes, se desmarcaron ante las presiones políticas y sociales. Pero muchos de ellos, por no decir todos, preguntan con la boca pequeña, a los periodistas y a los propios dirigentes de las tres entidades que lo defienden, como va un proyecto que les aportaría mucho dinero cada temporada.
Todos dicen que llegará, pero no quieren dar la cara. La dan los primeros espadas del Real Madrid, el Barcelona y la Juventus. Los tres la dan por todos. Y cuando la Superliga llegue, que llegará, pedirán el dinero que les corresponde en justicia. Claro, por supuesto.
La Superliga será una realidad en cinco o diez años, pero la veremos. La UEFA no podrá impedirlo y deberá asimilar si la quiere dentro o fuera de su organigrama. Será una competición abierta, con ascensos y descensos. Los propios clubes que la defienden señalaron que estaban dispuestos en su día a negociar la forma de organizarla y los puntos por solventar. Clubes, técnicos y futbolistas la desean, pero tiene que ser una competición a la que se llegue por méritos. La habrá. No se pueden poner puertas al campo.
La sentencia judicial de la Unión Europea marcará el terreno, pero sea en un sentido o en otro, la liga continental será un hecho, tarde o temprano. El Real Madrid ya consiguió que se disputara la Copa de Europa desde 1955, junto al periódico L’Equipe, y Jacques Godett, a pesar de la oposición de la UEFA, que hoy abandera un torneo, el más importante de su cartera, que rechazó. La historia se repite. Se repetirá.
El abogado Hugo Rivas, el único español de este planeta que manifiesta que no sabe nada de fútbol, que por no saber no sabe ni de qué juegan Benzema o Luis Suárez, pregunta con ese reconocimiento de partida que no comprende por qué se impide crear y jugar un torneo: “¿Y por qué no pueden jugar los equipos de Europa una Liga? Es que no lo entiendo”. Está dicho todo.