Es alucinante la falta de valentía y de compromiso de muchos jueces, magistrados y abogados españoles en general, vividores en cargos públicos que pagamos sus compatriotas y que no quieren entrar en ningún conflicto para continuar en esos cargos hasta que se jubilen.
El fiscal provincial de Madrid, al que no le gusta que se mencione su nombre para seguir viviendo del cuento durante décadas, ha determinado que los insultos xenófobos y racistas de los radicales del Atlético de Madrid contra Vinicius en los anexos del estadio Metropolitano no son un delito. Aquellos insultos contra el jugador del Real Madrid se produjeron minutos antes del derbi madrileño.
Analiza, masculla, barrunta el fiscal, cuán rumiante satisfecho, que sólo duraron quince segundos y que no se pueden considerar un ataque racista y xenófobo por la rivalidad de los equipos. Es decir, el cobarde fiscal de Madrid considera un atenuante el hecho de que haya rivalidad. Acaba de abrir una veta para que se insulte siempre a lo largo de la historia con la única justificación de que el otro es el contrario.
Es impresentable que un fiscal pueda decidir que no hay racismo solo porque haya rivalidad. Según este criterio, un futbolista debería insultar al otro en el campo porque es su rival. Y si solo lo hace durante quince segundos no hay gravedad. En quince segundos te pueden llamar de todo públicamente y delante de todo el mundo y escuchándolo todo el mundo, dando imágenes vergonzosas para la juventud, para los niños y para el comportamiento social en general.
La visión que tiene cualquier persona de este suceso es que el racismo y la xenofobia es gratis, se puede menospreciar e increpar sin problema.
En este veredicto se encuentra bastante porcentaje de antimadridismo o complejo de madriditis, una enfermedad bastante extendida y que no tiene ni medicina ni solución, porque ningún médico ha encontrado la causa, por mucho ADN que analice. La única solución es la dimisión irrevocable.
La pregunta es: ¿Habría fallado este fiscal de la misma forma si el futbolista hubiese sido de otro club y los sucesos se hubieran producido en el Bernabéu?
No se sabe por qué, pero en demasiados veredictos de toda índole se siente este complejo. Lo que se debería juzgar es la envidia que produce el campeón. Es eso, envidia, pura envidia y no más que envidia ante un club que hace unos meses vivió la mejor temporada de su historia, una campaña que rubrica un era de nueve años para la gloria, equiparables a los cinco primeros títulos de la Copa de Europa que engendraron la leyenda blanca.
¿Por qué la envidia ciega los ojos como si fuera el humo de la canción? ¿Por qué la madriditis ciega los ojos? Cuidado, fiscales, magistrados, la madriditis es una enfermedad que no os deja decidir bien y podéis soltar a muchos delincuentes a la calle. Cuidado, fiscales, jueces, la madriditis os hace prevaricar porque ya tenéis tomado el veredicto antes de juzgar el litigio.
Ante tanta podredumbre mental y tamaña ordinariez, ante tanta baja categoría solo nos queda decir: cabalgamos, Sancho.
